El principal obstáculo para la mejora es casi siempre la propia organización. O para ser más exactos, la actitud corporativa que emana de la propia organización.
Una empresa no es un ente único y homogéneo, sino que está compuesto por cientos o miles de individuos con motivaciones e intereses distintos y en muchas ocasiones antagónicos.
En un escenario así - y dada la idiosincrasia de la naturaleza humana - cualquier estrategia basada en la imposición de normas de aplicación universal suele estar abocada al fracaso.
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