domingo, 13 de octubre de 2013

Engendros tecnológicos


Después de treinta años trabajando en el mundo de la informática - la mayor parte de ellos dedicados a la Ingeniería del Software - pienso que ha llegado el momento de empezar a trabajar en lo que podríamos denominar “mis memorias”.
 
Pienso en ellas como un manuscrito lanzado al mar en una botella con la esperanza de que llegue a manos a alguien a quien le  pueda ser de utilidad. Un último esfuerzo para intentar que tantos años de experiencia no se pierdan en el vacío.

Me gustaría decir que he vivido una vida profesional de vértigo acompasada a la velocidad a las que las nuevas tecnologías se han desarrollado durante todos estos años. Si fuera un procesador o cualquier otro componente de hardware probablemente sería así, pero lo cierto es que a lo único que he podido asistir es a un verdadero espectáculo de estupidez humana.

Estoy convencido de que en rincones de nuestro planeta situados más allá de nuestra querida Españistán las cosas quizás sean diferentes, pero por ahora en nuestro país de lo  único que podemos vanagloriarnos es de la paella y de la venta de apartamentos de playa a los extranjeros.

No nos engañemos, nuestra amada patria – cuna de todas las repúblicas bananeras-, no es puntera en nada más allá del paro y del analfabetismo funcional. El último estudio PISA para adultos nos sitúa en la penúltima posición en  comprensión lectora y en la última en matemáticas de toda la OCDE. ¿Es este un escenario el adecuado para la innovación tecnológica?

El proceso de creación de software es algo que precisa de un alto rigor científico. El análisis de los requisitos, el modelado de la información, la gestión de los procesos,… son temas que no pueden dejarse en manos de ¿profesionales? sin la formación ni el talento adecuado.

Sin embargo esto es algo que podemos constatar diariamente. Quien lleva el suficiente tiempo trabajando en este campo sabe que en las empresas españolas se gestan grandes proyectos informáticos que se abandonan, en el mejor de los casos, antes de su puesta en marcha.

Y digo “en el mejor de los casos” porque en ocasiones ven la luz verdaderos engendros que afortunadamente no sobreviven demasiado tiempo. Cómo solía decir a los compañeros de cierto departamento: “Sólo vuestros éxitos son más temibles que vuestros fracasos”.

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