martes, 15 de octubre de 2013

Jerarquía y creatividad

En pleno siglo XXI la mayoría de las empresas españolas continúan organizándose aún a través de rígidas estructuras jerárquicas que dificultan la comunicación y coartan la creatividad.

Algunos pueden pensar que la jerarquía mejora la eficiencia de una organización, y eso es cierto aunque sólo en determinadas circunstancias.

Esta opción es aceptable cuando lo que esperamos es disponer de una estructura monolítica con un solo cerebro y un cuerpo que reaccione de la forma más rápida posible a sus órdenes. Es el caso, por ejemplo, del ejército.

Es impensable que las órdenes de un general sean discutidas y votadas en asamblea por todos los soldados antes de ser ejecutadas. Lo que se espera de una organización de este tipo es que ejecute las instrucciones que le son suministradas de la forma más rápida y eficaz posible. Y es por estos parámetros que juzgaremos la eficiencia de ese ejército.

Dicho de otra forma los ejércitos están diseñados para actuar, no para pensar. ¿Este es el perfil adecuado para una empresa moderna?

En la actualidad lo que hace a una empresa más competitiva no es la velocidad a la que genera sus productos o servicios, sino lo novedosos que resultan, su calidad y su coste final… conceptos todos ellos estrechamente vinculados a la creatividad de la organización.

¿Y qué factores contribuyen a la creatividad? Pues tanto la capacidad de generar nuevas ideas de negocio como - y muy especialmente -  la habilidad de entender su propia idiosincrasia, es decir, sus procesos internos.

Una organización sin capacidad de análisis, de autocrítica, de reconocer aquello que hace mal o es mejorable, nunca mejorará su eficiencia.

Es en esta área dónde la existencia de una jerarquía acartonada causa más daño ya que impide que estas problemáticas afloren. Por poner un ejemplo, es como si un individuo enfermo no quisiera saber qué mal le aqueja.

Una empresa no es un ejército y no es - por tanto - un instrumento, sino un equipo de profesionales interrelacionados a los que se les asignan determinados roles.

Hace ya decenas de años que dejaron la utilizarse en informática las bases de datos jerárquicas para pasar a los diseños relacionales, esto es, agrupaciones de información interconectada a través de una red lógica de relaciones.

Este tipo de diseño es el que más se asemeja a la realidad, y en el que deberían inspirarse los modernos equipos de trabajo.

Así, no hemos de ver a un líder como a alguien situado en un plano superior sino como al depositario de un rol concreto, en este caso el de facilitador de las tareas que le son encomendadas al equipo.

Aquella empresa que persista en el error de no utilizar este tipo de estructura organizativa está condenada a la ineficiencia y, en consecuencia, al fracaso y la extinción.

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